10 feb 2008

SUSURRARLE A LOS OJOS - EL LENGUAJE ÓPTICO DEL TAROT DE MARSELLA

Enrique Enriquez



(Imágenes del Tarot de Jean Noblet, re-editado por Jean-Claude Flornoy)



¿De dónde vienen las palabras del Tarot de Marsella?

El inconsciente responde a formas y vibraciones. El significado de un concepto es su prisión, y para que el concepto alcance al inconsciente, debe escaparse. Yo diría que esa es la clave para entender el lenguaje del Tarot de Marsella. El Tarot de Marsella habla un lenguaje de signos que se manifiestan en revelaciones directas. Entendemos esas revelaciones al dibujar analogías entre las imágenes que vemos y nuestra historia personal. El Tarot de Marsella habla un lenguaje que vemos grabado en las piedras de las catedrales de Europa, lleno de guiños y mensajes sutiles que se entienden con una sola mirada. ¡Por eso es tan fácil perderlos de vista! Mirar esas imágenes implica un reto enorme para nosotros porque hemos olvidado cómo extender nuestros sentidos. Nos llenamos los ojos de pantallas cada vez más grandes, nos inyectamos sonidos en los tímpanos a través de nuestros audífonos, experimentamos riesgos y placeres a través de los botones de un control remoto, y tecleamos susurros eléctricos, cómodamente resguardados dentro de nuestra placenta virtual.

¿Cómo hacer entonces para entender un lenguaje que viene de un tiempo en que el hombre tenía una relación totalmente diferente con sus sentidos? La sobresaturación de imágenes del mundo contemporáneo vuelve trivial cada imagen que creamos hoy tan pronto como la generamos. Tal vez por eso las imágenes primitivas, crudas y humildes del Tarot de Marsella, que contienen en sus formas el sonido de las piedras, aún pueden traernos de vuelta al mundo.

El Tarot de Marsella, que sólo se conoce a través de la experiencia directa, se expresa a través de sus formas y colores tan pronto como le miramos. Así, nos habla en un lenguaje que, para vivir, debe matar el significado de sus símbolos. Un lenguaje que no se deja enjaular. Este no es un lenguaje simbólico. Las cartas no son cajones en los que guardamos un montón de significados. Este no es el lenguaje del Tarot de los ocultistas. El Tarot de Marsella no es un libro porque los libros (del Latín "Liber") sirven para liberar a nuestra memoria de sus cargas. Esas cartas no deben memorizarse, sino que despiertan nuestras memorias cuando las miramos. El contenido no está en la carta, sino en nosotros. El Tarot de Marsella es el alfabeto de un lenguaje icónico que se entiende sin pronunciar palabra porque se escucha con los ojos. Un lenguaje que no contiene, sino que revela, invitándonos a hacer un acto de anamnesia.

El Tarot de Marsella funciona como un lenguaje autónomo porque está configurado por una serie de unidades de significado, un inventario mínimo de conceptos que son a la vez atómicos y divisibles, y que pueden organizarse en un vasto número de posibilidades. Tal como sugerí aquí, las unidades de significado del Tarot de Marsella deben su efectividad a su alto nivel icónico, a su punzante simplicidad.

Si somos capaces de resistir la tentación de meter al pájaro en una jaula, buscando correspondencias exactas, veremos que comparar al Tarot de Marsella con el alfabeto fonético resulta muy útil para entender cómo funciona su lenguaje.

Miremos a una letra cualquiera. La letra M es una de las unidades de significado básicas de nuestros alfabeto. A primera vista podríamos decir que la letra M existe a nivel atómico, no se puede dividir en unidades más pequeñas. Pero si la miramos bien, notamos que la letra M está formada por una letra V que cuelga entre dos letras I. ¡Quizás la letra M nos muestra a dos letras I tomadas de la mano! Obviamente, nuestra comunicación cotidiana se verá severamente limitada si nos descarrilamos de esta manera en cada letra que vemos. Sin embargo, de cuando en cuando es útil jugar este juego con las letras y dejar que la energía lúdica le abra paso a reflexiones más profundas. ¿Acaso no es eso lo que ocurre cuando miramos a una carta del Tarot por mucho tiempo?

En el Tarot de Marsella los sonidos se transforman en ritmos visuales. Así como la letra A es el sonido que experimentamos cuando miramos a la letra A, El Loco es la vibración con la que conectamos cuando miramos a El Loco. Cada persona que lee "Aaaaaaaa" genera un sonido similar, así como cada persona que mira a El Loco entra en contacto con las mismas propiedades de la imagen. Pero si nos preguntásemos a nosotros mismos "¿qué significa la A?" estaríamos en problemas. Lo mismo ocurre con cada carta del Tarot. Puesto que cada persona se relacionará con las propiedades de El Loco de distinta manera, no podemos explicar sus propiedades con palabras. Sólo podemos experimentarlas. Lo que sí podemos es describir la unidad básica de significado de El Loco: un hombre camina hacia la derecha, su mirada fija en el horizonte, ignorando a la vez el suelo que pisa y a la criatura que le rasguña sus partes nobles. Cuando miramos a la carta aprehendemos toda la imagen de una sola vez, tal como percibimos la totalidad de la letra M de un sola mirada. Pero este sentido "atómico", indispensable para que la imagen se haga operativa, puede descomponerse. De vez en cuando nos sentiremos atraídos por la bolsa de El Loco, o por sus zapatos, o por el ya mencionado animalejo y su garra gozona.

Sin embargo, rara vez es útil una letra sola para comunicar significado. Lo mismo ocurre con cada carta individual del Tarot de Marsella. Explorar cada letra aislada, o explorar cada carta aislada, puede ser engañoso. Los conceptos reconfiguran su significado dependiendo de su contexto. De hecho, me atrevería a decir que es el contexto lo que define la pertinencia de un concepto.

Para que cada unidad de significado pueda incorporarse en unidades de significado más complejas necesita ser lo suficientemente simple como para que sus formas no llamen la atención sobre si mismas una vez integrada a la nueva totalidad. Esa es parte del secreto tras el alto nivel icónico de las imágenes del Tarot de Marsella. De vuelta al alfabeto, notaremos cuan difícil se nos hace leer un texto escrito en una tipografía fantástica, llena de arabescos que oscurecen los rasgos básicos de las letras. No tiene caso dedicar mucha atención a cada letra, porque el significado de la palabra BEBÉ no es "B más E más B más É". La gestalt de la palabra final absorbe la identidad individual de cada letra. De la misma manera, cuando miramos a un grupo de cartas puestas sobre la mesa, vemos el evento de una vez. No importa qué carta se colocó primero, cuál después. Absorbemos la gestalt del cuadro entero, que de inmediato deviene en una unidad de significado coherente. La Torre, El Loco y La Estrella, juntos, se transforman en "El Loco dejando La Torre para irse a tomar un trago con La Estrella", o más precisamente, en una indicación para "salirnos de allí" y así encontrar alivio más adelante, dándonos una visión total que integra y extiende las propiedades individuales de las tres cartas. Tal como las letras desaparecen dentro de las palabras, esas tres cartas dejan de ser tres cartas para conformar un solo evento, cuyo significado para nosotros se hace evidente a través de una analogía entre su vibración y nuestra experiencia individual.

La sintaxis nos permite construir conceptos complejos al agrupar conceptos más simples. De esta manera los átomos de nuestro lenguaje: Arcanos Mayores y Arcanos Menores, se agrupan para generar unidades de significado más complejas. En lugar de ir carta por carta, como un niño que deletrea el alfabeto, mantener una visión holística es lo que nos permite activar este lenguaje visual.

De esa manera, el El Tarot de Marsella nos habla.



Enrique Enriquez
Nueva York, Enero 2008.



NUEVA DIRECCIÓN DE POESÍA DE LA MENTE:

www.mindpoetry.com



1 comentario:

Anónimo dijo...

el tarot es una narracion sin principio ni fin

imprescindible tu arte enrique enriquez